Con esta historia no pretendo crear morbo, mi única intención es explicar el porqué ahora soy como soy y hago lo que hago. Las personas somos la acumulación de nuestros recuerdos.
El año 2000 fue un año muy especial para mí, yo tenía 25 años, conocí a José, mi marido, e ingresé a trabajar como militar profesional en las Fuerzas Armadas.
El segundo año como soldado profesional estuve muchas veces de baja por dolores en diferentes zonas del cuerpo, pero los médicos no sabían a qué se debía. Los dolores seguían en aumento y al final ya no podía realizar de forma optima mis tareas por lo que tomé la decisión de dejar el ejercito.
Los dolores fueron aumentando hasta que al final me diagnosticaron Lupus Eritematoso Sistémico, una de esas llamadas enfermedades raras.
El lupus (LES) es una enfermedad inflamatoria, crónica, de naturaleza autoinmune. En esta enfermedad, el sistema inmunitario del cuerpo (las defensas) ataca y lesionan por error los tejidos sanos como la piel, las articulaciones, los riñones, el cerebro u otros órganos.
Se podría pensar que ahora que estaba diagnosticada y medicada iría a mejor pero la cosa empeoró muchísimo hasta el punto de que estuve varias veces ingresada en el hospital. A cada persona le afecta de maneras diferentes, a mí me atacó al sistema locomotor.
La enfermedad no tiene cura por lo que los medicamentos son para paliar los síntomas. Uno de los medicamentos recetados fueron corticoides. Tenía inflamaciones y dolores en todas mis articulaciones y me estaba provocando deformidades irreparables en algunos huesos, la medicación no funcionaba, al contrario, me estaba ocasionando efectos secundarios graves; fatiga crónica, caída del pelo, artrosis, depresión, piel frágil, perdida y debilidad de la musculatura, además de la larga lista de efectos provocados por la cortisona.
Ya casi no salía de casa y no podía realizar las labores cotidianas del día a día por lo que mi marido se ocupaba prácticamente de todo; el hogar, las comidas, los niños y de mi. Todo esto me producía mucha tristeza e impotencia porque éramos una pareja activa que lo hacíamos todo juntos y ahora él estaba solo.
En 2006, empecé a cambiar la medicación por métodos más naturales y aunque todavía no había parado el brote ya me encontraba mejor porque no tenía los efectos secundarios de los medicamentos.
Con 31 años me quedé embarazada de mi hija Iris y los médicos me dijeron que durante el embarazo notaría una mejoría pero que a partir del tercer trimestre tendría un brote aun más fuerte y no se equivocaron. Tuve que volver a la medicación pero en este caso la tomé conjuntamente con una alimentación estricta.
Esto de comer sano no significa que uno al comer sano hace que el cuerpo se sane inmediatamente. El cuerpo tiene que limpiarse y regenerarse por completo y eso lleva su tiempo. Además hay que ir investigando, lo que para uno es sano para el otro puede que no lo sea. Hablo de las intolerancias alimenticias.
A los 34 años había dejado la medicación por completo y empecé a hacer ejercicio. Hacía ejercicios de rehabilitación para recuperar la movilidad y flexibilidad de las articulaciones e iba al gimnasio a hacer aquagym ya que al ser en el agua me resultaba menos lesivo. Otra cosa que descubrí de mi enfermedad es que empeoraba en los momentos de estrés y empecé a trabajar también sobre eso.
Poco a poco empecé a hacer cada vez más deporte, natación y actividades dirigidas de sala.
Mi marido conoció la calistenia y se enamoró y en 2015 ya me había convencido de practicarla. Eso me pareció una locura pero por no decirle que no sin ni siquiera probarlo fui algunos días a entrenar con él. Mi impresión era que esos ejercicios no eran para mujeres pero él insistía y adaptaba los ejercicios a mi nivel y sin darme cuenta, un día hice una flexión y otro día hice una dominada y ya no he podido dejarlo.
En 2016 tuve el último brote fuerte pero en esta ocasión sólo me duró unos 6 o 7 meses.
Desde entonces intento llevar una vida lo más sana posible:
- Opto por una Alimentación Cetogénica acompañada del Ayuno Intermitente Cíclico.
- Tomo agua alcalinizada.
- Realizo ejercicio de alta intensidad.
- Cuido mis niveles de Vitamina D por medio de la exposición solar apropiada.
- Realizo técnicas de respiración, relajación mental y meditación para controlar los estados de estrés.
- Combato las inflamaciones de manera natural.
- Obtengo una cantidad saludable de horas de sueño de calidad.
- Evito todo tipo de toxinas; EMF (exposición a campos electromagnéticos), muchos productos de higiene personal y del hogar, aromatizantes, mercurio, flúor, Bisfenol-A, bisfenil-S, Ftalatos…
- Incremento el consumo de astaxantina, colágeno, magnesio, Omega 3...
En la actualidad me encuentro muy bien e intento controlar los brotes cuidando mi sistema autoinmune y aprendo a vivir con las secuelas que me quedaron en algunas articulaciones. No me rindo y si no puedo hacer algo porque la articulación no me lo permite busco la forma o la sustituyo por otro ejercicio pero siempre con una actitud positiva.
En conclusión puedo decir que he logrado mejorar mi calidad de vida gracias a que he modificado mis hábitos y que he aprendido que la actitud lo es todo en la vida.
Desgraciadamente, a veces tenemos que perder algo para poder valorarlo.
Quiero decir que tengo que darle las gracias a mi marido porque es él el que se ha negado a dejarme enfermar y me ha abierto los ojos para no conformarme con las indicaciones de los médicos y es él el que ha estudiado e investigado sobre mi enfermedad y las mejores formas de combatirla. Me has enseñado a ver las cosas de manera positiva. Ni con 2 vidas podría agradecerte todo lo que me quieres.
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